Su Espíritu está contigo —¡créelo!— haciendo lo que sólo Él puede hacer, para que tú puedas hacer lo que te muestra. El Señor es quien te capacita y está siempre presente. Entonces, pídele. Pídele que abra tus ojos para ver Su «qué», de modo que puedas recibir una respuesta a tu «cómo».

