Los primeros tiempos luego de la salida de Egipto mostraron un pueblo que detestaba los cambios, incluso los buenos cambios. Se negaban al desafío. Se paralizaron ante la primera insinuación de una exigencia. Dios no se quedaba en Su caja. Además, no estaban del todo seguros de querer una relación personal con Él, si para liberarlos tenía algo más en mente que la sencilla transacción de sacarlos de la

