Buscador, vienes en demanda de respuesta, y yo te la doy: la Regla de Oro no sirve. ¿Te gustaría encontrar a un masoquista que haga a sus prójimos lo que quiere que éstos le hagan a él? ¿O a un devoto del Dios Cocodrilo, que anhela el honor de ser arrojado vivo al foso? Aun tratándose del Samaritano que inauguró el sistema... ¿qué le hizo pensar que el hombre que encontró caído a la vera del camino deseaba que le vertieran aceite en las llagas? ¿Y si aquel hombre aprovechaba esos momentos de paz para curarse espiritualmente, disfrutando del desafío que suponían? —Mis propias palabras me
Buscador, vienes en demanda de respuesta, y yo te la doy: la Regla de Oro no sirve. ¿Te gustaría encontrar a un masoquista que haga a sus prójimos lo que quiere que éstos le hagan a él? ¿O a un devoto del Dios Cocodrilo, que anhela el honor de ser arrojado vivo al foso? Aun tratándose del Samaritano que inauguró el sistema... ¿qué le hizo pensar que el hombre que encontró caído a la vera del camino deseaba que le vertieran aceite en las llagas? ¿Y si aquel hombre aprovechaba esos momentos de paz para curarse espiritualmente, disfrutando del desafío que suponían? —Mis propias palabras me parecían convincentes—. Aunque la Regla se trueque en Haz a tu prójimo lo que éste quiera que le hagan, es imposible saber cómo alguien que no es uno mismo quiere que lo traten. Lo que la Regla significa es: Haz a tu prójimo lo que sinceramente deseas hacerle, y así es en verdad como la aplicamos. Si sustentas esta regla y tropiezas con un masoquista, no estás obligado a azotarle con su látigo sólo porque esto es lo que él anhela que le hagas. Tampoco tienes el deber de arrojar al devoto al foso de los cocodrilos. —Le miré—. ¿Demasiado latoso? —Como siempre. ¡Richard, si no aprendes a sintetizar, perderás el noventa por ciento de tu auditorio! —Bien, ¿qué tiene de malo perder el noventa por ciento de mi auditorio? —le espeté—. ¿Qué tiene de malo perder a TODO mi auditorio? ¡Sé lo que sé y digo lo que digo! Y si eso está mal, paciencia. ¡Los paseos en avión cuestan tres dólares, en efectivo!...
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