Era bonito. Todo era bonito; el mundo, el color, la vida, así lo veía antes. Si miraba a mi alrededor, solo encontraba cosas que quería transformar; plasmar mi propia versión de una ensalada, de un amanecer frente al mar o de ese bosquecillo que había delante de mi antigua casa y que, al ver la expresión de Axel contemplándolo, me hizo desear pasar el resto de mi vida con un pincel en la mano.

