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March 30 - August 30, 2020
Esta tendencia a eludir los problemas y los sufrimientos inherentes a ellos es la base primaria de toda enfermedad mental.
«La neurosis es siempre un sustituto de los sufrimientos verdaderos». [2]
Los problemas no desaparecen. Es necesario vivirlos, experimentarlos, pues de otra manera permanecen y constituyen una barrera que se opone para siempre al desarrollo y la madurez del espíritu.
¿Qué ocurre cuando uno ha elaborado durante mucho tiempo y con enorme esfuerzo una visión viable del mundo, un mapa aparentemente útil, y luego la nueva información indica que esa concepción es errónea y que es necesario volver a trazar el mapa? Los esfuerzos necesarios para llevar a cabo esta tarea parecen enormes, casi abrumadores. Lo que solemos hacer entonces, de manera inconsciente, es pasar por alto la nueva información. A menudo este acto no es pasivo. Podemos denunciar la nueva información y tildarla de falsa, peligrosa, herética, considerarla obra del demonio. Y hasta podemos
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La disciplina de poner entre paréntesis ilustra la consecuencia más importante de la renuncia y de la disciplina en general: cuanto más importante sea aquello a lo que se renuncia, tanto más se gana. El proceso de autodisciplina es un proceso de autodesarrollo. El sufrimiento de renunciar es el sufrimiento de la muerte, pero la muerte de lo viejo es el nacimiento de lo nuevo.
Hemos distinguido cuatro técnicas básicas: posponer la satisfacción, asumir las responsabilidades, dedicación a la verdad o realidad y ser capaces de equilibrio.
Yo defino el amor como la voluntad de extender los límites del propio yo, con el fin de impulsar el desarrollo espiritual propio o ajeno.
El amor es un acto de voluntad, es intención y acción. La voluntad, por su parte, también implica elección, de manera que no tenemos que amar, sino que elegimos, decidimos amar. Aunque pensemos que deseamos amar,
Dos personas se aman cuando, siendo capaces de vivir la una sin la otra, deciden vivir juntas».
«un buen matrimonio solo existe entre dos personas fuertes e independientes».
El amor no es solo dar, es dar atinadamente, juiciosamente, y también negar del mismo modo. Amar significa alabar y criticar juiciosamente; significa discutir, luchar, exhortar, apretar y aflojar juiciosamente, además de reconfortar. Amar es guiar. La palabra «juiciosamente» indica que se requiere juicio, y el juicio es algo más que el instinto porque requiere tomar decisiones reflexivas y a menudo dolorosas.
Como ya hemos dicho, tarde o temprano las parejas dejan de estar enamoradas, y es en ese momento cuando empieza a surgir la ocasión de encontrar el amor de verdad. Su amor va poniéndose a prueba y podrá establecerse si existe o no cuando los cónyuges ya no sientan la necesidad de estar siempre juntos, cuando sean capaces de pasar algún tiempo separados.
Puedo conocer a una mujer que me atraiga poderosamente y a la que me gustaría amar, pero como una aventura amorosa en ese momento destruiría mi matrimonio, diré en mi fuero interno y en el silencio de mi corazón: «Me gustaría amarte, pero no lo haré».
Las formas más elevadas de amor son elecciones enteramente libres y no actos de conformidad.
Amar a alguien que no puede beneficiarse con nuestro amor desarrollándose espiritualmente es malgastar energías, sembrar en tierra árida. El verdadero amor es algo muy preciado, y quienes son capaces de amar de verdad, saben que su amor debe ser lo más productivo y fértil posible mediante la autodisciplina.
Vuestros hijos no son hijos vuestros. Son los hijos y las hijas de lo que anhela la Vida para sí. Vienen a través de vosotros, pero no de vosotros. Y aunque están con vosotros, no os pertenecen. Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos, porque ellos tienen los suyos. Podéis dar refugio a sus cuerpos, pero a sus almas no, porque sus almas viven en el mañana, y esta morada no podéis visitarla, ni siquiera en vuestros sueños. Podéis esforzaros para ser como ellos, pero no tratéis de hacerlos semejantes a vosotros. Porque la vida no camina hacia atrás ni se detiene en el ayer.
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Un problema conyugal también muy típico y tradicionalmente femenino es el que causa la mujer que una vez casada piensa que ya ha llegado a la meta de su vida. Para ella, el campamento es la cumbre. No puede comprender las necesidades del marido, ni coincidir con ellas; el marido desea alcanzar objetivos y experiencias que traspasan el ámbito del matrimonio; la mujer reacciona con celos y exigencias interminables para que él dedique cada vez más esfuerzos al hogar. Al igual que otras soluciones «comunistas» del problema, esta conduce a una relación asfixiante y frustrante, pues el marido,
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El verdadero amor no solo respeta la individualidad del otro, sino que tiende a cultivarla,
Al referirse al matrimonio, el profeta de Kahlil Gibran nos habla desde la soledad de su sabiduría: Pero dejad que haya espacios en vuestra unión, dejad que los vientos de los cielos dancen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura: dejad más bien que sea como un mar que se agita entre las orillas de vuestras almas. Llenaos mutuamente la copa, pero no bebáis solo de una. Compartid el pan, pero no comáis de la misma rebanada. Bailad y cantad juntos y estad alegres, pero que cada cual se sienta aparte así como las cuerdas de un laúd están separadas aunque vibren
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«Usted tiene una religión, una religión muy profunda; usted rinde culto a la verdad, cree en la posibilidad de madurar y mejorar, en la posibilidad del progreso espiritual. En aras de su religión, está dispuesto a sufrir la angustia de pedirse responsabilidades a sí mismo y el dolor de desdeñar lo que ha aprendido. Se arriesga a someterse a tratamiento y todo lo hace por su religión. No estoy seguro de poder afirmar que usted es menos espiritual que sus padres; por el contrario, sospecho que usted ha evolucionado en este aspecto más que ellos, con lo que su espiritualidad es más rica, pues
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Nos asusta cualquier cambio en nuestra vida porque emprender una nueva aventura entraña la posibilidad de perder lo que ya tenemos. En la sección sobre la disciplina, ya he puesto de manifiesto la amenaza que supone la incorporación a nuestras vidas de nueva información que nos obliga, no solo a asimilarla, sino también a esforzarnos en corregir el mapa de nuestra realidad, de modo que, instintivamente, tratamos de evitar toda esta laboriosa tarea. En consecuencia, casi siempre se combatirá la nueva información en vez de integrarla al resto de conocimientos. Esta resistencia está motivada por
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La vida siempre me ha parecido como una planta que vive de su rizoma. Su verdadera vida es invisible, está oculta en el rizoma. La parte que aparece por encima del suelo dura solo un verano y luego se marchita. Una aparición efímera. Cuando pensamos en el incesante auge y decadencia de la vida y de las civilizaciones, no podemos evitar la impresión de nulidad absoluta. Sin embargo, nunca he perdido el sentido de que algo vive y perdura por debajo del eterno fluir. Lo que vemos son las flores pasajeras. El rizoma permanece.
pero cuanto más elevada es nuestra conciencia, más datos debemos asimilar y tener en cuenta a la hora de tomar decisiones, porque lo cierto es que cuanto más sabemos, más complejas resultan las decisiones. Pero el ser más sabio también implica la posibilidad de predecir cómo ocurrirán las cosas, de modo que si asumimos la responsabilidad de ser precisos en nuestras predicciones, es posible que nos sintamos hasta tal punto abrumados por la complejidad de la tarea, que quedemos sumidos en la inactividad. Pero la inactividad es también una forma de actuar, y si no hacer nada puede ser lo mejor en
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Los síntomas y la enfermedad no son lo mismo. La enfermedad existe mucho antes que los síntomas, y los síntomas no solo no son la enfermedad sino el inicio de la curación.
Si buscamos ser amados —y lo esperamos— este deseo no se cumplirá; seremos solo personas dependientes y ávidas de amor, pero no auténticos amantes. En cambio, cuando impulsemos nuestro desarrollo y el de otros, sin el interés de hallar una recompensa, nos haremos dignos del amor y la recompensa será el sentirnos amados. Así ocurre con el amor humano y también con el amor de Dios.