Nedaö Vechin no era meramente hermosa. Era pequeña, esbelta, con los ojos de un extraordinario color verde pálido como el jade, era perfecta, su piel como porcelana sobre la exquisita finura de sus huesos. Iba vestida con elegante sencillez, con un vestido estilo tulipán de un color rosa oscuro y con una larga cola. El cabello claro como la luz de la luna, recogido y trenzado, sujeto con peinetas de carey y cintas color rosa, y la única joya que lucía era una serie de diminutos aros con cuentas de oro en las orejas. No podría haber causado una mejor impresión aunque hubiera estado cubierta de
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