Cuando miró más de cerca, pudo ver que había personas diminutas entre las casas: una mujer tendiendo la ropa, un hombre quitando la maleza de su huerto, dos niños jugando al escondite. Incluso había un diminuto gato atigrado tomando el sol en una ventana. En el camino hacia el puente, un carro tirado por dos caballos moteados se había detenido mientras el conductor buscaba algo bajo el asiento. Cuando miró al otro lado del río, Maia divisó de pronto al pastor entre las vacas y apenas pudo contener un grito de emoción. El pastor, un goblin de piel oscura, estaba sentado con las piernas cruzadas
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