LuisaTDH

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No era de extrañar, pensó, que Sheveän lo odiara, que Csoru lo despreciara, que Vedero lo mirara con desconfianza y escepticismo. No era de extrañar que Csethiro Ceredin no le diera nada de sí misma, más que su obligación de obedecerle. Tenía dieciocho años, era ignorante, poco sofisticado, no tenía derecho a controlar sus vidas, excepto el derecho de la ley.
El emperador goblin
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