Su cabello brilló bajo la luz de las velas de la infinidad de arañas de cristal del Untheileian, ella había abandonado el acentuado lapislázuli, y se había adornado con peinillas de laca negra y un collar de esmeraldas a juego con el sutil bordado verde de su túnica gris. Hizo una reverencia cuando llegó a lo alto de las escaleras y habló con una voz que no pretendía llegar más allá de los oídos de Maia. —No es necesario que habléis con nosotras si no es vuestro deseo.