Le leyeron un papiro aprobado por el Senado, todo como siempre en aquel latín que Tausio no entendía bien y, al igual que mató a Pértinax sin entender lo que este decía para evitar su muerte, tampoco ahora entendió por qué de pronto lo ensartaban varias espadas de los que hasta hacía un momento eran sus compañeros. Pensó que lo habían acusado de hacer trampas en el juego y lo que no entendía de ningún modo era cómo se habían dado cuenta.

