Es fundamental, y poco común —continuó su amigo—, distinguir entre conocimiento y opinión. Muchos que se consideran sabios tan sólo están henchidos de opinión, hasta tal punto que ni siquiera el más leve conocimiento puede entrar en ellos. Y debéis daros cuenta de que a menudo la diferencia entre un hombre común y otro considerado sabio es la intensidad con la que éste expresa sus opiniones.