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Cuando miramos al abismo, el abismo también nos mira a nosotros.
los personajes de ficción NO pasan así sin más! Dios se nos lleva cuando cree que nos ha llegado la hora, y un escritor es Dios para los personajes de la historia; él los inventa como Dios nos inventó a todos,
empezó a sentirse nada más que como un pequeño fragmento de tejido humano en el portaobjetos de un microscopio, o como un gusano en el anzuelo; algo, en cualquier caso, que se retorcía sin parar esperando la muerte.
Parece una viuda a la que acaban de echarle un polvo después de diez años de sequía.
Cuando vivías en la casa de la risa, no parabas de troncharte.
tener muchísima imaginación no siempre era bueno.
cuando le cogías el tranquillo, la adulación era cosa tirada.
Están un poco manoseados, pero eso es señal de que un libro ha sido bien leído y bien querido, ¿verdad?
diciéndole que la esperanza estaba muy bien y que esmerarse era noble, pero que a la postre todo dependía del destino.
El ruido del motor se fue alejando y Dios no hizo ni una cosa ni otra;
«Puede que existan las hadas y puede que existan los duendes, pero Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos».
Escribir no es causa de desdicha; nace de la desdicha.
«Justo» y «realista» tal vez fueran sinónimos en el mejor de los mundos, pero de ser así, el mundo en que vivían no era ese mundo mejor.
Aquí sentamos la cabeza ayer y tenemos previsto empezar a sentar la cabeza mañana, pero de sentar la cabeza hoy, ni hablar.
Ahora bien, si necesitabas TENER UNA IDEA, el aburrimiento podía ser, para una novela en punto muerto, lo que la quimioterapia para un enfermo de cáncer.
El sueño venía a ser la marea que cubría la roca del pesar.
Annie se guardó las esposas en el bolsillo como si tal cosa, como si formaran parte de los objetos comunes en toda casa decente, algo así como los clínex o las perchas para colgar ropa.
Los depresivos se quitan la vida. Los psicóticos, acunados por el veneno de sus egos, quieren hacerles un favor a todos los que están cerca y cargárselos también.
Es la costumbre en Estados Unidos, ¿verdad? No se habla apenas de ello, pero es un hecho. Los hombres se les declaran a la luz de la luna; las mujeres los llevan a los tribunales.
«Alguien podría haber pasado por allí y aliviado el terror del muchacho, pero no pasó nadie… porque nunca pasa nadie.» Exacto. Así es. El Llanero Solitario tiene mucho trabajo haciendo anuncios de cereales para el desayuno y Superman está en Hollywood rodando películas.
Un hotel famoso, el Overlook, que se incendió hará unos diez años. Fue el director provisional quien le prendió fuego. Estaba chiflado. Es lo que decía todo el mundo en el pueblo. Pero da igual, ya murió.
Porque los escritores se acuerdan de todo, Paul. Y más de lo que duele. Pon a un escritor en cueros, señala las cicatrices y él te contará la historia de todas las pequeñas. De las grandes saca novelas, no amnesia. Un poquito de talento no viene mal si uno quiere ser escritor, pero el único requisito de verdad es la capacidad de recordar la historia de cada cicatriz. El arte consiste en la persistencia de la memoria.
«La mitad de la gracia está en el viaje mismo.»
Su cerebro, su muchísima imaginación, raramente le proporcionaba detalles espantosos, pero cuando lo hacía, que Dios le ayudara. Que Dios le ayudara en cuanto su imaginación se pusiera en marcha. Y no solo estaba en marcha ahora, sino acelerando a toda pastilla. Que lo que le venía a la cabeza no tuviera el menor sentido daba absolutamente igual estando a oscuras.
La razón de que un autor ponga casi siempre una dedicatoria, Annie, es que al final hasta él mismo se horroriza de lo egoísta que es.
Puede que escribir sea como masturbarse, pero Dios nos libre de que sea un acto de autocanibalismo.

