Primero medicamos a adultos diagnosticados de enfermedad mental y, como vimos en los capítulos anteriores, eso no condujo a buenos resultados a largo plazo. Luego, durante los últimos 30 años, diagnosticamos a niños y adolescentes con diversos trastornos y los tratamos con fármacos psiquiátricos, y ahora podemos ver si los resultados de esta segunda vez son los mismos.

