A corto plazo, los que toman un antidepresivo es probable que vean disminuir sus síntomas. Considerarán esto una prueba de que los fármacos funcionan, y los médicos extraerán la misma conclusión. Sin embargo, esta mejora a corto plazo de los síntomas no es notoriamente mayor de la que se produce en pacientes tratados con un placebo, y el fármaco les encauza además en un curso problemático a largo plazo. Si dejan de tomar la medicación, corren un riesgo elevado de recaída. Pero si siguen con el tratamiento, es probable también que sufran episodios recurrentes de depresión, y esa cronicidad
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