En las historias, los personajes no pasan a la acción solos; hay que desafiarlos a que lo hagan. Si estamos contando la historia de un hombre que tiene que perder 15 kilos y de repente decide hacerlo voluntariamente, el público desconectará. ¿Por qué? Porque así no es como van las cosas en la vida real. Tiene que haber un motivo. Nuestro personaje debe encontrarse con su amor del instituto que ahora es profesora de yoga, o tiene que perder una apuesta y por eso le toca correr una maratón. Los personajes solo actúan cuando los desafía alguna fuerza externa para que lo hagan.

