La gran pregunta a la que se enfrentan los seres humanos no es: «¿Cuál es el sentido de la vida?», sino: «¿Cómo podemos librarnos del sufrimiento?». Cuando abandonemos todos los relatos ficticios, estaremos en condiciones de observar la realidad con mucha más claridad que antes, y si sabemos realmente la verdad sobre nosotros y sobre el mundo, nada podrá hacernos desgraciados. Pero, desde luego, esto es mucho más fácil de decir que de hacer.

