Así, cuando el lector vea los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020, recuerde que la aparente competición entre naciones supone en realidad un asombroso acuerdo global. Aun con todo el orgullo nacional que la gente siente cuando su delegación gana una medalla de oro y se iza su bandera, hay muchísima más razón para sentir orgullo porque la humanidad sea capaz de organizar un acontecimiento de este tipo.

