Para mantener esas carteras de activos denominados en dólares, la Fed empezó a inyectar desde finales de 2007 una cantidad de liquidez en dólares sin precedentes no solo al sistema bancario estadounidense, sino al mundial y sobre todo a Europa. En 2008, ese flujo de dólares adquirió tales proporciones, que hizo que cualquier intento de escribir una historia diferente de las crisis estadounidense y europea resultara anacrónico y profundamente engañoso.11