Gracias a la participación activa del Banco de Inglaterra y del BCE, los países de Europa del Este contaban a principios del siglo XXI con bancos centrales occidentalizados en los que trabajaban economistas profesionales.20 A nadie le entusiasmaba más la perspectiva de la adhesión a la zona euro que a los banqueros centrales. El alineamiento con Bruselas y Fráncfort no solo mejoró su posición, sino que también los blindó contra presiones políticas internas no deseadas, y no tardarían en incorporarse a la élite mundial de banqueros centrales.