En muchos casos se fijaba un tipo de cambio sobrevaluado y deseable. Esto creaba ventajas a corto plazo: abarataba las importaciones y los oligarcas locales podían adquirir con descuento propiedades inmobiliarias de prestigio en el extranjero. Pero también entrañaba un riesgo enorme. La vinculación se podía romper y con frecuencia lo hacía de manera explosiva.