en el otoño de 2008 la gigantesca oleada de capital que había introducido la influencia política occidental en Europa del Este disminuía con rapidez. La etapa de globalización bajo dominio occidental había alcanzado el límite. En el futuro inmediato, el gran impacto de la crisis financiera contribuiría a mitigar las tensiones geopolíticas, pero el daño causado por la escalada de 2007-2008 sería duradero.