La lucha contra la crisis de 2008-2009 alteró la política estadounidense. La administración Bush perdió el respaldo de gran parte de los congresistas republicanos. La crisis rompió el frágil vínculo entre la élite directiva y empresarial del partido y sus bases populares derechistas. Cuando el ala popular del partido, respaldada por donantes de la oligarquía inconformistas, se fue inclinando cada vez más hacia una oposición indignada contra el sistema, los conservadores convencionales como Bernanke y Paulson se quejaron de que no eran ellos quienes abandonaban al partido, sino que el partido
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