centenares de miles de millones de dólares tomaron una ruta más tortuosa. Salieron de Estados Unidos desde las filiales neoyorkinas de bancos extranjeros hasta las oficinas centrales de bancos europeos, desde las que regresaron para ser invertidos en Estados Unidos, a veces a través de paraísos fiscales como Dublín o las Islas Caimán.15 Fue el movimiento rotatorio de este eje financiero transatlántico lo que impulsó el auge de la globalización financiera a principios del siglo XXI.