Cuando a la burbuja de las puntocom le siguió el shock del 11 de septiembre, la Fed bajó los tipos de interés al 1 %. Como pretendía claramente Alan Greenspan, los prestatarios se apresuraron a refinanciar la mayor cantidad posible de hipotecas a largo plazo a tipos más bajos. Para los prestamistas originales fue doloroso, pero desencadenó una oleada inmediata de consumo y generó un enorme incremento de los honorarios en la industria hipotecaria. El sector producía como nunca antes. Frente a 1 billón de dólares en hipotecas nuevas en 2001, en 2003 la creación de hipotecas se disparó a los 3,8
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