El inexorable descenso de la Europa empresarial en el ranking mundial es evidente para todos. Aunque podamos desear lo contrario, la economía mundial no está dirigida por medianas empresas «Mittelstand», sino por unos cuantos miles de corporaciones gigantescas con participaciones interrelacionadas controladas por un reducido grupo de gestores de activos. En ese campo de batalla de la competencia empresarial, las crisis de 2008-2013 depararon a la capital europea una derrota histórica. Sin duda, son muchos los factores que contribuyen a ello, pero uno fundamental es la situación de la propia
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