Dieciséis hombres perecieron en la lucha que siguió, y más de medio centenar sufrió quemaduras antes de que la furiosa bestia parda remontara el vuelo y se adentrara en las montañas con «una mujer cubierta de harapos montada en el lomo». Ese es el último avistamiento confirmado y registrado en los anales de Poniente del Ladrón de Ovejas y Ortiga, su jinete, aunque los salvajes de las montañas siguen contando historias de una «bruja de fuego» que una vez moró en un valle oculto, apartado de cualquier camino o aldea.

