—Por mí, entonces —dijo Aly la Negra—. Concédeme esto y nunca te pediré nada más. Hazlo y sabré que eres tan sabio como fuerte, tan amable como feroz. Concédeme esto y te daré cualquier cosa que me pidas. —Champiñón dice que lord Cregan frunció el ceño al escucharlo. —¿Y si te pido la virginidad? —No puedo darte lo que no poseo, mi señor; la perdí a los trece años en la silla de montar. —Algunos dirían que desperdiciaste en un caballo un don que por derecho debería pertenecer a tu futuro esposo. —Algunos son idiotas —respondió Aly la Negra—. Y era un buen caballo, mejor que la mayoría de los
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