Gabriella

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Ni una palabra de despedida intercambiaron el hombre y la doncella, pero cuando el Ladrón de Ovejas sacudió las pardas alas coriáceas y ascendió a los cielos del alba, Caraxes alzó la cabeza y emitió un grito que estremeció todas las ventanas de la Torre de Jonquil. Muy arriba, sobre la ciudad, Ortiga hizo girar el dragón hacia la bahía de los Cangrejos y desapareció en la bruma matutina para no volver a ser vista ni en la corte ni en castillo alguno.
Fuego y sangre
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