El primer presagio de la oscuridad que se avecinaba se presenció en Marcaderiva, cuando eclosionó el huevo de dragón que habían regalado a Laena Velaryon por su nacimiento. El orgullo y el regocijo de sus padres pronto se tornaron ceniza: la criatura que salió retorciéndose del cascarón era una monstruosidad, un gusano de fuego sin alas, blanco como una larva y ciego. Instantes después de nacer, se lanzó contra el bebé con quien compartía cuna y le arrancó un pedazo de brazo. Al oír el grito de Laena, lord Puño de Roble le arrancó el «dragón», lo tiró al suelo y lo despedazó.

