Tendremos la mente de Cristo. No hay por qué preocuparse por sentirse tonto o por desconocer las respuestas. «Conoceremos como fuimos conocidos», y nuestro conocimiento presente se incrementará más allá de lo que se puede creer. Todavía más, el brillo de nuestros mejores pensamientos y recuerdos se volverán más resplandecientes al ser magnificados por medio de nuestra mente nueva.

