Pero nosotros nos damos cuenta de ello porque al ser peregrinos «por fe andamos, no por vista» (2 Corintios 5.7). Por fe vivimos en un plano diferente, en otra dimensión, a un nivel más elevado que el de la tierra. Por fe al mundo sólido como la roca se le agota la sustancia y la importancia, y vemos un significado celestial subyacente a todo.

