entonces caí en la cuenta: la abuela era la única persona que habría entendido lo que me pasaba. Que la paranoia y el fundamentalismo troceaban mi vida, que me apartaban de aquellos a quienes quería y dejaban en su lugar diplomas y licenciaturas (un aire de respetabilidad). Lo que ocurría ya había sucedido antes. Era la segunda ruptura entre madre e hija. La cinta reproducía en bucle la misma película.

