Jesucristo, por ejemplo, solo predicó durante tres cortos años, y sin embargo sus enseñanzas han transformado a toda la sociedad occidental; el encuentro del ser humano con estas doctrinas constituye el centro de la historia occidental de los últimos dos mil años. Las calibraciones más altas de campos de poder atractores descubiertas siempre se asocian a las enseñanzas de los grandes maestros de la historia.