Los sueños de mi padre se publicó por fin en Estados Unidos en el verano de 1995. Aunque cosechó buenas críticas, las ventas fueron modestas, pero eso era lo de menos. Lo importante era que Barack había conseguido condensar la historia de su vida encajando las diversas piezas de su identidad, con elementos de África, Kansas, Indonesia, Hawái y Chicago, dotando a su persona de cierta unidad a través de la escritura.

