Por lo tanto, los acontecimientos de la vida son oportunidades de crecer, experimentar, expandirse y desarrollarse. En algunos casos, al mirar atrás, parece que en realidad había algún propósito inconsciente detrás del acontecimiento, como si nuestro inconsciente supiera que se debía aprender algo importante y que, por doloroso que fuera, esa era la única forma de hacerlo.