More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
En un nivel más mundano, las palabras son como dioses, un modo de mantener el terror a raya.
No sirve de mucho intentar encontrar razones para entender por qué la gente hace lo que hace, o siente lo que siente. El odio es una mala hierba perniciosa, se arraiga en cualquier tipo de suelo y se alimenta de sí mismo.
Forma una opinión, exprésala con la frecuencia suficiente y muy pronto todo el mundo te la está dando a ti, y después se convierte en una convicción, alimentada por una cólera irracional y defendida con las armas del miedo. En ese punto, las palabras se convierten en inútiles y solo te queda una lucha a muerte.