La falta de integridad es, como poco, hipocresía, y como mucho, mentira. La manifestación más habitual de la falta de integridad en el mundo de los negocios es cuando el líder de una organización no dice la verdad, sino lo que otros quieren oír.
Comparto la opinión de que esta frase encierra una gran verdad. El ámbito corporativo parece estar atrayendo a individuos que priorizan la corrección política, expresándose y comportándose de acuerdo a las expectativas ajenas, incluso si esto contradice sus convicciones. Considero fundamental estar alerta y ser conscientes de esta situación para ejercer un liderazgo honesto, construyendo así relaciones sólidas y perdurables que, a largo plazo, se traduzcan en logros y excelentes resultados para la empresa.