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April 28 - November 8, 2018
El ser humano es la máxima expresión del principio de la sinergia, donde el todo siempre es más que sus partes.
“Las personas toman la mejor decisión para ellas en ese momento”.
El punto en común debería ser el deseo de mejorar como personas, de ser más empáticos en un mundo que fomenta el individualismo. Más cercanos en un mundo que paradójicamente cada día es más pequeño y sin embargo nos aleja cada vez más.
En la tarde del primer día de apertura del Master en Programación Neurolingüística (el segundo nivel de formación en PNL) se hace una dinámica muy interesante. Se le pregunta a cada uno de los participantes: ¿Cuál es tu tristeza más grande?… ¿Cuál es tu miedo más profundo?… ¿Cuál es tu anhelo más deseado?… Estas preguntas no son al azar, buscan establecer en el asistente una línea de tiempo.
Vivimos inmersos en emociones y el miedo y la tristeza forman parte de ellas. Aprendemos a ser funcionales aún con esas emociones pero no las podemos sacar de nuestra vida.
Convivir con alguien que tiene costumbres distintas, hábitos distintos, gustos distintos no es sencillo.
El modelo de aprendizaje que empleamos en Programación Neurolingüística tiene varias etapas y la más importante de ellas es la llamada Competencia Consciente
“Carpe Diem, Quam Minimim Crédula Postero” (aprovecha el día, confía lo menos posible en el después). Pero la invitación de este filósofo no es a que te olvides del futuro, sino a que aproveches y disfrutes el presente, que no es lo mismo.
Recordar es inevitable, es un proceso neurológico. Revivir lo podemos manejar, es un proceso emocional.
Lo más terrible es que parece que algunas personas mientras más herramientas conocen, mientras más modelos manejan, mientras más títulos y conocimientos acaparan se sienten con más derecho para utilizar a los demás como más les conviene.
Complacer a otro no es una obligación, es una decisión.
“Nunca comiences una pelea, pero siempre termínala”.
Pero como todo sentimiento “incómodo” la culpa cuando no se sabe manejar, bien porque nos cuesta mucho asumir el error que cometimos o bien porque no queremos tomar responsabilidad de sus consecuencias, tiende a ser trasladada (o como dirían los psicólogos, “proyectada”) con la finalidad de bajar la tensión emocional y poder seguir adelante más o menos tranquilos.