—No tengo pensado llevar a nadie al altar de manera inmediata, a menos que la señorita Piper tenga alguna amiga que busque un funcionario que gane un triste sueldo por llevarse un tiro de forma habitual. Tengo también por costumbre las jornadas laborales bien largas y empinar el codo un pelín más de lo que estoy dispuesto a admitir delante de alguien a quien acabo de conocer.