La razón era un alza en las tarifas del transporte público. Al final del día tres, había al menos veintiún muertos. La imprenta «Horizonte», propiedad del todavía proscrito Partido Comunista, fue allanada —y saqueada— por la policía, aunque los principales impulsores de la protesta habían sido los estudiantes de la Universidad de Chile. Ibáñez decretó el estado de sitio[10]

