el Estado reproduce con sus políticas la asimetría histórica de los géneros centrándose en el bien de los hijos, responsabilizando de todo, todo, todo, a sus madres y haciendo retroceder —¡una vez más, en pleno siglo XXI!—, haciendo retroceder, repito, a la mujer al rol tradicional de lo materno en el que conspiran todos los discursos ya mencionados.

