Lo dice mucha gente, pero nuestras leyes siguen cobrándose la vida de inocentes, pues los jueces son imperfectos, al igual que nuestro conocimiento. Tarde o temprano, sin remedio, vas a ejecutar a alguien que no lo merezca. Es el peso con que debe cargar la sociedad a cambio del orden. —Me parece repugnante —dijo Dalinar en voz baja.