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December 4, 2024 - September 16, 2025
No morí. Experimenté algo peor.
Soy un arma grácil y elegante, imbécil. Y en segundo lugar, ¿a ti qué más te da? —No me parece que esté bien —respondió Kaladin, todavía en susurros—. Eres una mujer, no un arma.
Eres como tu padre, siempre pensando que tienes que salvar a todo el mundo, hasta a quienes preferirían que no te metieras en sus asuntos.
—Entonces, ¿esa es la chica con la que ibas a casarte? —No —susurró Kaladin—. Esa es una chica con la que nunca iba a casarme, pasara lo que pasara. —Me cae bien. —No me extraña.
Sé que la guerra es inevitable. Pero no quería que tú intervinieras en ella. He visto lo que hace a la gente. La guerra les fustiga el alma, y esas heridas no puedo sanarlas. —Fijó la tablilla y miró a Kaladin—. Nosotros somos cirujanos. Que otros desgarren y rompan; nosotros no debemos hacer daño a los demás.
La clave de la felicidad no estaba en congelar todo placer momentáneo y aferrarse a ellos, sino en asegurarse de que la vida produjera muchos momentos futuros que esperar con ganas.
Es mucho más grande que yo, pero el poder del antiguo Adonalsium lo impregna. Y lo controla. Odium es una fuerza, como la presión, la gravedad o el paso del tiempo. Esas cosas no pueden incumplir sus propias reglas. Odium tampoco.
—Y lo que nosotros ganamos... Es tiempo, dijo el Padre Tormenta. Que, por mucho que él lo desprecie, es lo más valioso que puede tener un hombre.
No soy un dios, Dalinar Kholin, igual que tu sombra en la pared no eres tú.
Navani le sonrió. No había vino en el mundo que pudiera prepararlo para la mirada que había tras la sonrisa, tan penetrante, tan evaluadora.
¿Por qué siempre que una mujer se siente un poco rara, lo primero que se os ocurre a los hombres es atribuirlo a su ciclo? Como si de pronto fuera incapaz de controlarse porque tiene unos dolores.
Lo dice mucha gente, pero nuestras leyes siguen cobrándose la vida de inocentes, pues los jueces son imperfectos, al igual que nuestro conocimiento. Tarde o temprano, sin remedio, vas a ejecutar a alguien que no lo merezca. Es el peso con que debe cargar la sociedad a cambio del orden. —Me parece repugnante —dijo Dalinar en voz baja.
No eres un hipócrita, Hijo de Honor. —Sí que lo soy —respondió Dalinar en voz baja—. Pero a veces un hipócrita no es más que una persona en proceso de cambio.
No permitiré que se lleven a Vai y la encarcelen. ¿Los defenderías, después de lo que te hicieron? —Son mi gente. —Eso no es excusa. Si alguien de tu gente asesina a otro, ¿no lo metéis en la cárcel? ¿Cuál es el castigo justo por esclavizar a mi especie entera?
—No eres un hereje, Dalinar Kholin. Eres un rey, un Radiante y un padre. Eres un hombre de creencias complicadas, que no acepta todo lo que le dicen. Eres tú quien decide cómo se te define. No concedas eso a los demás, porque aprovecharán de mil amores la oportunidad de definirte, si les dejas.
—¿Cómo pudiste criarla? —preguntó Dalinar. —Sobre todo, impidiendo que se diera cuenta de que la estaba criando —dijo Navani.
—Intenta convencerme de que confíe en él —dijo Yanagawn, señalando a Dalinar. —No lo hagas —respondió ella—. Tiene demasiado buen culo. Dalinar carraspeó. —¿Cómo? —Que tienes demasiado buen culo.
En mi dolorosa experiencia, la verdad puede ser simple, pero rara vez es fácil.
Taravangian no creía en ninguna religión, pues eran composiciones poco manejables, pensadas para rellenar huecos en el entendimiento humano con explicaciones sin sentido, permitir que la gente durmiera bien por las noches, concederles una falsa sensación de consuelo y control e impedirles que se apartaran más de la auténtica comprensión;
»Se aprende más del mal arte que del bueno, ya que tus errores importan más que tus éxitos.
Un grupo de personas que intentaban impresionarse entre sí eran siempre más alarmantes que un psicópata solitario.
Tuyo es el poder que una vez blandió Ishar. Antes de ser el Heraldo de la Suerte, lo llamaban Vinculador de Dioses. Fue el fundador del Juramento. Ningún Radiante es capaz de más que tú. Tuyo es el poder de la Conexión, de unir hombres y mundos, mentes y almas. Tus potencias son las más grandiosas de todas, aunque se demostrarán impotentes si pretendes emplearlas solo para la batalla.
Las cosas que escriben las mujeres son más poderosas que mis fuerzas militares.
—Bienvenida a la guerra, Evi —dijo Dalinar, yendo hacia la puerta—. No existen las victorias inequívocas. Solo las victorias que dejan a menos amigos muertos que otras.
«Sinceridad» es una palabra que la gente usa para justificar su sosería crónica.
—Es verdad que... pareces disfrutar mucho. —Me gusta vivir cada día como si fuera el último. Shallan asintió. —Y con eso me refiero a yacer en un charco de mi propia orina, pidiendo a la enfermera que me traiga más pudin.
Bromeábamos sobre la estupidez, pero en realidad la mayoría de la gente no es estúpida. Lo que les pasa a muchos es que están frustrados por el poco control que ostentan sobre sus vidas.
—He venido cumpliendo órdenes del rey Elhokar y el Espina Negra —dijo Kaladin, apoyándose la hoja-Syl en el hombro—. Mi misión es salvar Kholinar. Y va siendo hora de que empieces a hablar conmigo. Celeste le sonrió. —Acompáñame.
—¿Desearías poder volver a no ser capaz de ver? —No —susurró ella. —Pues vive. Y permite que tus fracasos formen parte de ti.
—Tus otras mentes toman el mando —susurró él— porque te parecen mucho más atractivas. Nunca podrás controlarlas hasta que tengas confianza para volver a la que las engendró. Hasta que aceptes ser tú.
Acepta el dolor, pero no aceptes que lo merecías.
Kaladin trastabillaba junto a él. Aunque no parecía herido, tenía la mirada vidriosa. Eran los ojos de un hombre atormentado por la clase de heridas que no podían vendarse.
Vivenna me decía siempre que la crueldad corresponde solo a las personas, igual que la misericordia. Solo nosotros podemos optar por una o la otra, al contrario que los animales.
Usé un portal entre reinos. Lo llaman la Perpendicularidad de Cultivación.
—Gobernar es una carga, no solo un privilegio —dijo Dalinar—.
—A veces, un hipócrita no es más que una persona en proceso de cambio.
“La cuestión”, respondió ella, “no es si amarás, sufrirás, soñarás y morirás. Es qué amarás, por qué sufrirás, cuándo soñarás y cómo morirás. Esas son tus elecciones. No puedes elegir la destinación, solo el camino”.
A veces, una voz contraria inteligente sirve para poner a prueba una teoría y en última instancia demostrarla.
No tienes que esconderte, Shallan. No tienes por qué contenerlo. Quizá el jarrón esté agrietado, pero eso solo significa que muestra lo que hay dentro. Y me gusta mucho eso que hay dentro.
La verdad es que somos una pandilla dispar. —Sí. Siete personas. No es par.
«Esto es lo que temías —pensó—. Un mundo que girara no por la fuerza de los ejércitos, sino por los intereses de escribas y burócratas.»
—Aceptaré la responsabilidad por lo que he hecho —susurró Dalinar—. Si debo caer, cada vez me alzaré como un hombre mejor.
Teft se lamió los labios y habló. —Protegeré a quienes odie. Incluso... si a quien más odio... soy yo mismo.
—Sirvo a Dalinar Kholin —susurró Szeth-hijo-hijo-Vallano. Por algún motivo, su rostro tenía franjas grises—. No puedo conocer la verdad, de modo que sirvo a uno que la conoce.
—No —dijo Szeth—. En lo que no soy bueno es en ser persona. Es... un defecto que tengo.
El antiguo código de los Caballeros Radiantes reza: «Viaje antes que destino.» Algunos lo consideran un simple lugar común, pero es mucho más. Un viaje incluirá dolor y fracaso. No son solo los pasos adelante los que debemos aceptar, sino también los traspiés. Las dificultades. El conocimiento de que fracasaremos. De que haremos daño a quienes nos rodean. Pero si nos detenemos, si aceptamos la persona que somos al caer, el viaje concluye. Ese fracaso pasa a ser nuestro destino. Amar el viaje implica no aceptar ese final. He descubierto, por medio de dolorosas experiencias, que el paso más
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