More on this book
Kindle Notes & Highlights
Read between
June 9 - June 10, 2023
La versión mexicana de la Operación Cóndor, sin embargo, fue la única que se enfocó en el tráfico de drogas y no en el combate al comunismo.
“Los cárteles no existen. Lo que hay es una colección de traficantes de droga. Algunas veces ellos trabajan juntos, otras no. Los fiscales estadounidenses los llaman ‘cárteles’ para hacer más fáciles sus casos. Todo es parte del juego”.
los “cárteles” son un dispositivo simbólico cuya función principal consiste en ocultar las verdaderas redes del poder oficial que determinaban los flujos del tráfico de drogas.
La “guerra contra las drogas”, que había comenzado en la década de 1970 durante la presidencia de Richard Nixon como una estrategia doméstica para combatir la disidencia de izquierda, ahora tomaría el lugar del comunismo para legitimar la política intervencionista de Estados Unidos.
El sociólogo Fernando Escalante Gonzalbo mostró ya, con un simple análisis estadístico basado en cifras oficiales, que la violencia en el país comenzó después de la militarización ordenada por Calderón en 2008. En la década anterior, entre 1997 y 2007, el índice de homicidios de hecho iba a la baja en las principales ciudades del país, incluyendo Ciudad Juárez. La violencia sólo repuntó en las zonas del país donde se concentraron los miles de soldados y los agentes federales enviados por el presidente Calderón.
La violencia en México no se explica a partir de una guerra entre narcos ni es una disputa por la plaza. Es más: no existe un solo narcotraficante con capacidad para desafiar a instituciones como el Ejército, la Marina o la Policía Federal. Ni siquiera el recientemente detenido Joaquín “El Chapo” Guzmán. Más allá de las versiones del propio gobierno, nada sustenta la verdad de lo que se afirma. En el núcleo de la violencia, la droga es sólo el pretexto. La influencia del Departamento de Estado estadounidense en este tema es la clave. Es en el seno del sistema de gobierno estadounidense donde
...more
la agenda de la reforma energética del gobierno federal es el principal motor que explica la actual violencia en el país.
La guerra contra las drogas es una solución a largo plazo de los problemas del capitalismo, combinando el terror con la política pública en una experimentada mezcla neoliberal, forzando la apertura de mundos sociales y territorios antes cerrados al capitalismo global.
en esta guerra, el terror se usa en contra de las poblaciones en ciudades y zonas rurales, y cómo, paralelo a este terror que conduce al pánico, se ponen en vigor políticas que facilitan directamente la inversión extranjera y el crecimiento económico.
la “guerra contra las drogas” es el nombre público de estrategias políticas para el desplazamiento de comunidades enteras y la apropiación y explotación de recursos naturales que de otro modo permanecerían inalcanzables para el capital nacional y trasnacional.
El periodismo puede significar el mundo global y las tensiones de representación propias del neoliberalismo, pero no podrá aspirar a una verdadera disidencia política hasta que no se deshaga de la hegemonía del discurso oficial sobre el crimen organizado. La mayoría de nuestros novelistas no está a la altura de ese reto. Nuestro periodismo no puede permitirse el mismo fracaso.
Así, es una abdicación intelectual y crítica asumir de entrada que las fugas y los arrestos del Chapo son indicativas de un Estado rebasado por el crimen organizado. Por el contrario, al detentar el monopolio sobre la violencia legítima, como explicó en su momento Max Weber, el Estado es la principal condición de posibilidad del crimen organizado en México, ya sea gestionándolo o destruyéndolo de acuerdo con necesidades políticas contingentes.
Donde el gobierno denuncia una “guerra” entre traficantes se está gestando un saqueo descomunal de las tierras ricas en energéticos. No hay guerra de “cárteles”, dicen los periodistas, sino el asedio de empresas trasnacionales y la cooperación interesada de la clase política mexicana.
Para no revelar las claves de la trama, me limito a reproducir tres lecciones cruciales que hacia el final de la novela Pancho Caldera ofrece a la estadounidense para comprender el narco: 1) “ya no es posible distinguir entre buenos y malos” pues narcos y policías trabajan en “franca asociación”;197 2) los supuestos “cárteles” no tienen el poder internacional que se les atribuye y ninguno “ejerce, ni en espacios reducidos, un control absoluto del mercado”;198 y 3) “todos los traficantes pierden, desde los más pequeños hasta los más grandes, sea porque caen en prisión, los maten o los desplacen
...more
Este pasaje es crucial en el imaginario político de López Cuadras: el ejército es el poder inapelable que termina por destruir el tejido social sin distinciones entre civiles y traficantes. A su lado, la llamada “narcocultura” —significada en el culto a Malverde, el santo patrono de los “narcos”— aparece como una estampa folclórica tan irrelevante como los grupos de traficantes mismos.
todo texto literario surge de una red de significación ideológica que siempre tiene un trasfondo político.
Las represiones políticas perpetradas por el PRI fueron narradas durante la segunda mitad del siglo XX por escritores como Elena Poniatowska en La noche de Tlatelolco (1971), Vicente Leñero en Los periodistas (1978) y Víctor Hugo Rascón Banda en Contrabando (2008), quienes mostraron, desde la ficción y el testimonio, la cruel letalidad de la violencia de Estado. Junto a estas obras, resulta crucial también releer la apasionada denuncia que Carlos Montemayor consiguió transmitir en Guerra en el paraíso (1991) para consignar los crímenes que el gobierno federal cometió para exterminar a la
...more
Mientras que algunos de los novelistas que escriben sobre el narco suponen que es posible articular una narrativa crítica renunciando al léxico dominante (“sicario”, “plaza”, “cártel”, el “narco” mismo), otros repiten la perogrullada de que el escritor sólo tiene la encomienda de “escribir bien”, como si la praxis literaria fuese reducible a una cuestión de forma sin fondo, como si el ideal modernista de la autonomía literaria, “el arte por el arte”, fuese realizable. Para escribir literatura contrahegemónica en torno al narco es crucial entender, siguiendo a José Revueltas, que el objetivo de
...more
¿Es la literatura una práctica intelectual privilegiada capaz de crear un discurso performativo y a la vez político?
La literatura puede revelar el verdadero rostro simbólico del poder y la posibilidad igualmente real de confrontarlo.
México representa, de forma exagerada, una hostilidad contra las mujeres que, a pesar del feminismo, a pesar de la adquisición parcial de derechos para las mujeres, está profundamente incrustada. No estamos hablando aquí de un hombre lobo, de un hombre convirtiéndose en lobo, sino de formas extremas de masculinidad que son respaldadas por la sociedad misma.
Una vez borrada la presencia del Estado, estos estudios imaginan jefes criminales que superan al poder oficial que ha sido descalificado de antemano. Así, al convertir el fenómeno en una constante lucha entre criminales rivales, estos análisis, acaso inadvertidamente, despolitizan el tráfico de drogas y a cambio lo moralizan, asumiéndolo como una manifestación del mal en la sociedad contemporánea.

