Justificando el más sangriento programa de biopolítica concebido en la historia moderna de México, Calderón propulsó la narrativa oficial que aseguraba que el país estaba en manos de peligrosos cárteles de la droga mucho más preocupados en aniquilarse entre sí que en seguir generando las insondables ganancias que los han llevado a las listas de millonarios de la revista Forbes.

