Entre estas contingencias políticas, el tema del narcotráfico no sólo no figuraba como una emergencia nacional, sino que hasta ese momento había sido, como anota Luis Astorga, “un fenómeno que se desarrolló protegido desde distintas esferas del poder político y policiaco, como parte de una estructura de poder, pero en posición subordinada, y cuyos agentes principales fueron desde un inicio marginados del poder político”.

