Isaac Zepeda

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la máquina presidencial del PRI sometió durante siete décadas a generaciones enteras de narcotraficantes. No se trató de una relación de complicidad o de tolerancia, sino de una total subordinación del crimen organizado al poder político. Con la derrota del PRI en la elección presidencial de 2000, el Estado policial pasó a ser un Estado securitario. Y mientras Bolaño escribía, el país ya se despeñaba hacia un nuevo poder político fragmentado con la consolidación del neoliberalismo como principio de gobierno. Entre sus muchos aciertos, 2666 da cuenta de esa fragmentación del poder.
Los cárteles no existen: Narcotráfico y cultura en México
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