La estupidez inteligente «no es una enfermedad mental, aunque es muy letal; una enfermedad peligrosa de la mente que pone en peligro la propia vida». El peligro radica «no en una incapacidad para comprender sino en una negativa a comprender, [y] cualquier cura o reversión de ella no tendrá lugar a través de argumentos racionales, a través de una mayor acumulación de datos y conocimientos, o a través de la experiencia de sentimientos nuevos y diferentes». En cambio, la estupidez inteligente es una «enfermedad espiritual» y necesita una cura espiritual.