Como sentimos lástima por el ciego o el cojo, así debemos sentir lástima por los que están cegados o cojos en sus facultades más soberanas. Diré que el hombre que recuerda esto no se enfadará con nadie, no se indignará con nadie, no denigrará a nadie, no acusará a nadie, no odiará a nadie, no ofenderá a nadie.»

