El hecho empírico es que los seres humanos son simplemente incapaces, desde el punto de vista psicológico, de tanta empatía. Sentir en realidad la misma pena y desconsuelo por cada vida perdida en el planeta Tierra como el que sentimos normalmente cuando muere un ser querido es, dicho con sencillez, inhumano. El argumento filosófico es que estamos más cerca de la verdad, aunque no estemos totalmente en lo cierto, cuando decimos a las otras personas «Lo siento mucho, pero es ley de vida», que cuando nos decimos a nosotros mismos «¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí!». Los accidentes, las heridas, las
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